martes, 14 de abril de 2009

Historia Sukucho


El mítico Sucucho de La Ligua nació campechanamente, casi casual. El lugar era un espacio que ponía Matungo, su dueño, a disposición de sus amigos para ir a perder la cabeza y pelar el cable desde algún punto del año 2003. Al principio el espacio estaba distribuido de una manera totalmente distinta a la que la mayoría de los que pasaron por ahí más tarde conocieron y no era de fácil acceso, para nada. Avanzados los carretes, siempre privados a estas alturas de la historia, se empezó a alucinar la manera de ocupar este espacio libre y deshabitado como local de ensayo para bandas locales y escenario de tocatas under. Todo ese cabeceo llegó al final a la loca y arriesgada idea de convertirlo también en un bar de tintes rockeros y de precios módicos, algo que en La Ligua sólo se vio en el verano del año 2002 cuando el bar “Las Piedras del Huaso” refrescó las sedientas gargantas de la juventud liguana (que aparte de apática es en su mayoría también asidua a las bebidas alucinógenas y a los paraísos artificiales construidos por la botánica), de manera legal en la calle Portales de nuestra fome, pero querida ciudad.




Hecho el plan comenzaron los trabajos para reconstruir el espacio. Se limpió lo que se tenía que limpiar y se cerró lo que se tenía que cerrar. Se hicieron las conexiones eléctricas necesarias (hubo accidentes con la electricidad que hoy hacen reír, pero que en ese momento no fueron nada graciosos) y para que pareciera cantina se consiguieron maderas, troncos y muebles por aquí y por allá. Todo se hizo de manera autónoma y con la colaboración de amigos, los mismos que después se llevaron cervezas gratis por el favor.


El verano del 2005 fue el punto de partida oficial para el bar clandestino más famoso y concurrido de la movida under de La Ligua. Las tocatas se hacían tímidamente a las 8 de la tarde para no tener problemas con las autoridades a causa del ruido y no ser sorprendidos en la estafa. Las bandas que tocaron fueron todas las que en ese tiempo existían y estaban activas en La Ligua más algunas visitas de Santiago y Valparaíso (recordemos el rock and roll setentero de Barracuda y a los rarísimos Fecaloma). La cerveza, el único trago que ofrecía Sucucho en su primera temporada, tuvo tentadores precios: $800 la Dorada y $1000 la Escudo, ambas en envase de litro. La oferta era irresistible y las javas se agotaban rápidamente al tiempo que las cabezas mareadas conducían el cuerpo a regar con el residuo el espacio baldío habilitado como baño masculino que se hizo popularmente conocido como “meaero”. Si algunos reclaman la falta de espejos en la mayoría de los baños públicos masculinos (¿los hombres no se miran al espejo acaso?), acá no les quedaba otra que mear a tientas sobre una zanja y caminar con cuidado de no resbalar al “entrar” y al “salir” del meaero. Las señoritas por su parte contaban con un baño estándar, de uno por uno, forrado de papel diario pintado de rojo, pero sin espejo.


La música que ambientaba las borracheras era casi en un 100% metal, y del duro. Algunas veces se trataba de balancear con algo de jazz, rock de los sesenta, electrónica o grupos alternativos más cercanos al pop, pero los parroquianos tenían los oídos más duros que una piedra y exigían un cambio a la brevedad. Y si el cliente lo pide… Ya se sabe, el cliente siempre tiene la razón. Este detalle no menor, hizo que inevitablemente la presencia de señoritas no aficionadas a la bebida, a la música ni mucho menos al metal extremo tipo Cannibal Corpse, fuera escasa. Con el tiempo y gracias a esto último el Sucucho adquirió un nombre alternativo, “El Establo”.


Pese a esto y aunque suene contradictorio, el público que visitaba el Sucucho era diverso y se renovaba con el correr de las horas. Tipo 11 o 12 llegaban aquellos que se gastaban dos lucas, conversaban un rato y se iban a otra parte. Desde la 1 hasta las 3 o 4 los clientes podían ser escasos o incluso inexistentes, pero luego del fin y cierre de los locales que funcionan con las de la ley como los pubs y la única discoteque de la ciudad, el Sucucho se repletaba de gente ebria hablando fuerte y despilfarrando dinero en cerveza. El negocio no podía ser mejor. A las 7 de la mañana había recambio y llegaban los aficionados a la química, el insomnio y la euforia. Las jornadas llegaron a durar hasta las 4 de la tarde, dejando exhaustos a los socios dueños del centro bohemio-under-clandestino más importante que ha visto La Ligua.




Llegó a los oídos de los dueños del boliche que la policía estaba enterada de la existencia del Sucucho y de su calidad de ilegal (era que no, si el pueblo es chico y los chismes corren rápido) pero que ésta no intervendría por considerarlo una alternativa justa y adecuada para los aburridos jóvenes locales, cortos de plata, acostumbrados a estar expuestos y beber en espacios públicos, siempre temerosos a ser sorprendidos y apresados. Se dijo también que hijos de carabineros eran clientes frecuentes del local. Tanto mejor. El balance del verano 2005 fue totalmente positivo para público y locatarios.



En las vacaciones de invierno se descansó, pero en las del 18 de Septiembre Sucucho reabrió sus puertas con “La Gran Fonda Sucucho” del 15 al 19 del mes primavera. El local estaba mucho mejor ambientado y producido que en su primera versión. Era una ramada de verdad, una fonda de adeveras, con olor a eucaliptos y banderitas chilenas por todos lados. Esta vez el menú incluía piscola, roncola y vino tinto e incluso empanaditas de pino, además de la clásica cerveza de litro. La música en tanto mezcló el rock con el folklore chileno, las rancheras y las infaltables cumbias. Una especie de versión local de la elitista Yein Fonda. Claro que ésta de elitista no tenía nada, los precios estaban por los suelos y la entrada era gratis. Los artistas, los de siempre, más una inolvidable e irrepetible final a cargo del Huaso Fuentes junto a los músicos de Pablo Mistral que incluyó cuecas, rancheras, guarachas y otros estilos populares. El público bailó, cantó y aclamó. Fue el momento pick en la historia de Sucucho. Esa misma noche o mañana mejor dicho, y a manera de festejo, la ambientación dieciochera y parte del mobiliario del antro fueron destruidos por sus propios dueños y los que estaban ahí a esas horas de la mañana.


El verano del 2006 no tendría a Sucucho dentro las alternativas veraniegas rurales. Los motivos fueron varios, entre los más importantes estaban el hastío de lidiar con gente ebria y el cansancio de trasnochar casi todos los días por parte de los dueños, pero sobretodo la amenaza constante del gran golpe policial que haría perder la inversión. Sucucho abrió fugazmente la semana santa de ese año, pero se decidió que reaparecería con bombos y platillos sólo los días dieciocheros en Septiembre, tratando de repetir el éxito total del 2005.


Y así fue, el fin de semana que introdujo al 18 del 2006, Sucucho abrió. Con un espacio más grande y remodelado, con un meaero de lujo, una iluminación vasta y colorida, un refrigerador extra y un recién construido escenario cuya tarima para la batería era la parte de atrás de un camión de los años 20. Todo hacía presagiar una mejoría y éxito rotundo. El ambiente de fiesta y confianza hizo que las tocatas cambiaran su horario a unas horas más tarde y la primera estuvo total. Desafortunadamente los ánimos etílicos fueron no pacíficos como había sido hasta ese entonces y las peleas colectivas hicieron que el clandestino no pasara tan piola como antes, obligando a los locatarios a cerrarlo antes de tiempo para evitar una pérdida integral. No se alcanzó a hacer la esperada segunda parte del Huaso Fuentes y el escenario se quedó esperando.


En la actualidad Sucucho está vigente. Ha vuelto a abrir sus puertas (más bien dicho, la única y pequeña puertita tiene) al menos dos fines de semana en el mes de mayo de 2008 y hay planes de hacer tocatas en Septiembre.

Sucucho es, sin lugar a dudas, una alternativa económica y liberal en el carrete rural.


Instalaciones

TOCATAS







19 Septiembre 2006

lunes, 13 de abril de 2009

Patito y El Enchufe

Escenario 2006







































Meaero De Lujo